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ANTÁRTIDA

¡Más allá del fin del mundo!


Antártida. Uno de los últimos paraísos incontaminados que existen en la tierra. Nuestros exploradores, Gianluca Cavalli, Manrico Dell'Agnola y Marcello Sanguineti, han ido en busca de rastros de elementos contaminantes y de cimas desconocidas y nunca escaladas. No te pierdas sus aventuras a bordo de la pequeña embarcación Ice Bird, suspendida en un reino salvaje de mar y hielo. Más allá del fin del mundo.

1.VIAJE A LA ANTÁRTIDA

"Fin del Mundo“, reza un cartel en el extremo sur de la ciudad de Ushuaia. Desde aquí, empieza el viaje del Team Karpos hacia la península antártica: 6 días de navegación por el Pasaje de Drake, uno de los mares más temidos del mundo.

1 de enero, 13 h. - Dejamos el puerto de Ushuaia, el mar está en calma y el sol calienta, y esto nos pone de buen humor. Lentamente y sin ningún contratiempo, llegamos al Puerto Williams a través de infinitas costas de lengas y de tantísimas bandadas de pájaros. En el puerto, una chica con una lancha neumática nos lleva a tierra. Tendría que ir todo rápido, pero los Carabineros de Chile nos retienen amarrados en el pequeño puerto. Una gran perturbación se está acercando y varias complicaciones burocráticas, que en Chile son normales, nos impiden salir. Ice Bird es el nombre de nuestra "cáscara de nuez", una embarcación de vela de aproximadamente 20 m. Toma el nombre del pequeño barco con el que David Lewis hizo la primera, casi, circunnavegación en solitario de la Antártida. Somos nueve: nuestro joven capitán Oly, su ayudante Dave, el guía de montaña Phil con sus clientes y nosotros tres, los únicos italianos.

2 de enero - Después de infinitas horas, partimos. El mar está en calma y las luces cálidas de la puesta de sol me hacen sentir bien. Uno de nuestros compañeros de viaje hace volar el dron por encima de la embarcación. La imagen es bonita, una larga estela de luz centelleante nos atraviesa. Procede todo bien, tiramos el ancla en la isla de Lennox que se encuentra al oeste del cabo de Hornos, el terror de los navegantes. Mañana no estaremos protegidos por las islas, sino que tendremos que navegar a mar abierto y atravesar el Pasaje de Drake. Nos encontraremos entre dos grandes océanos, el Pacífico y el Atlántico. Los relatos de esta travesía son escalofriantes, pero es mejor no pensar en ello.

4 de enero - Hoy es el cumpleaños de Valentina, mi hija. Ayer fue un día para olvidar. Enormes olas nos atormentaron y navegar a vela no ayudó. Vomité durante todo el día y hoy me duele todo el cuerpo. Son las 3 de la tarde y me encuentro un poco mejor, pero tengo el estómago revuelto. Afortunadamente, nos encontramos en medio del Pasaje, limpiamos un poco el barco y luego nos ponemos a dormir. El sueño es liberatorio.

6 de enero - Entrevemos las primeras pequeñas islas antárticas entre la niebla. Afuera, la temperatura marca un grado y la costa, todavía lejanísima, parece cándida. Todo allá fuera parece cándido, álgido e inmóvil. Siento escalofríos solo de pensar que tenemos que clavar la tienda allí ¡Nos hemos metido en un buen lío!

16 h. - El día no se acaba nunca, hemos visto icebergs enormes y una infinidad de ballenas. Ahora estamos costeando una larga y vertiginosa costa helada, que está todavía lejos. La niebla confiere al ambiente un aire surrealista, riguroso e insoportable. El mar está en calma y ahora se está bien encima de la embarcación. Avanzamos lentamente entre estos enormes bloques de hielo. Parece que estemos suspendidos en el vacío, pero sentimos que hemos alcanzado la primera meta. Escalar estos icebergs sería una buena y fácil ocasión para hacer bonitas tomas, pero nuestro capitán nos lo impide taxativamente. Nos dice que si uno de esos bloques de hielo se "girase", podríamos morir todos. No importa, nuestra intención es otra, nosotros queremos ascender paredes rocosas. Roca que descubrimos pésima, triturada por el milenario trabajo de los glaciares y, en este momento, convertida en extremadamente peligrosa por el repentino derretimiento.

2.EXPLORACIÓN Y BÚSQUEDA EN LA ANTÁRTIDA

Las noticias sobre alpinismo en estos territorios son pocas y breves. Exploramos fiordos, valles y glaciares con kayaks, esquís y trineos. Pioneros en lugares extensos e inexplorados, tomamos muestras de nieve a varias altitudes que luego catalogamos cuando regresamos a la embarcación Ice Bird.

9 de enero - A las 16 horas llegamos a tierra, tenemos que clavar tres tiendas y encontrar un punto seguro es muy difícil: la playa es baja y la marea alta nos puede crear problemas. Está lleno de excrementos de pájaros y de pingüinos. Una área elevada debajo de un tobogán de nieve tendría que ser más segura, a pesar de que los varios derrumbes del gigantesco serac que se encuentra en frente nos inquietan. Las tardes se hacen largas. Cocinamos pasta con carne y bebemos té. No hace frío, pero el aire es húmedo. El paisaje es fantástico. En la parte opuesta de la bahía se suceden continuos derrumbes y espantosos estruendos. Algunos forman enormes olas que, afortunadamente, se rompen en el acantilado. Parece que estemos en guerra. Afuera está lloviznando. Caliento agua con mi Jetboil y la vierto en mi bidón que está ahora ardiendo, y lo pongo dentro de mi saco con toda la ropa húmeda que guardo durante la noche. Todo se seca como estaba previsto, pero yo duermo poco: tengo mucho miedo de que las olas se me lleven, pienso que sería tremendo morir así.

10 de enero - Partimos pronto, subimos por la pendiente que se encuentra encima de nuestras tiendas, hace mal tiempo y la nieve está inconsistente. La cumbre encima de nosotros parece iluminada por un débil rayo de sol, pero nuestro objetivo no es alcanzarla. Nuestro objetivo es entender qué tenemos que escalar en el valle de abajo, pero sobre todo tomar muestras de nieve. Estas muestras servirán al Consejo Nacional de Investigación de Italia para entender si los microplásticos producidos por el mundo habitado han llegado hasta aquí. Se trata de una investigación que puede tener importantes repercusiones en la comprensión de los mecanismos que regulan la evolución de nuestro ambiente y los efectos del continuo proceso antrópico al que lo sometemos.

La nieve húmeda se queda enganchada en las pieles, pero seguimos avanzando. Más arriba cambia todo, ascendemos sobre grandes bloques helados de avalancha, ahora hace frío y sustituimos los esquís por los crampones. La cresta es aérea y el paisaje es impresionante. Nos paramos otra vez para coger nieve, pero ahora tenemos que romperla con el piolet. Marcello apunta la altitud y la posición en las probetas. Luego seguimos hacia la cumbre. Para nosotros todo es aventura, estas tierras son poco conocidas desde el punto de vista alpino y no solo, por lo tanto, nos movemos siempre por territorios vírgenes. Phil, el guía de nuestros compañeros de viaje, es una de las personas más expertas de estas zonas, pero también para él muchos de estos valles constituyen todavía un interrogante.

3.ALPINISMO EN LA ANTÁRTIDA

La península antártica es un territorio montañoso, como toda la Antártida, parcialmente inexplorado. Otra finalidad de la expedición es la de explorar nuevos valles y la de ser los primeros en ascender algunas cimas por itinerarios alpinos. Para alcanzar la base de estas paredes, estamos obligados a cruzar glaciares muy traidores y llenos de abras...

16 de enero - En general, la costa antártica está formada por paredes heladas con una altura de más de 50 metros, a veces desplomadas. Lo difícil es encontrar puntos de aproximación, es decir, esos puntos en los que los glaciares permiten subir a las llanadas. Son normalmente espolones rocosos que permiten acceder a toboganes de nieve fácilmente escalables. Nos hacemos llevar hasta el único punto desde donde se puede acceder al glaciar. Ya no llueve y no hace frío, pero el cielo está negro. Tampoco hoy han acertado con las previsiones. Después de una escarpada pendiente, atravesamos el glaciar zigzagueando entre las abras. Grandes y tétricos agujeros nos obligan a hacer largas desviaciones, a veces perdiendo altitud. Avanzamos atados con mucho cuidado, un accidente aquí sería fatal. Después de un rápel, grandes "toboganes" azules nos llevan hasta la base de la pared que alcanzamos después de tres horas de subibajas. Ahora el tiempo ha mejorado, pero una niebla fría y húmeda sigue subiendo. La canal está encima de nosotros y el azul del hielo bueno nos alienta. No nos inspiran confianza los enormes merengues que se encuentran a los lados de la goulotte y que, recordando los desprendimientos de los días anteriores, nos inquietan bastante. Ya es casi mediodía cuando atacamos, pero aquí casi nunca oscurece y creemos que no falta mucho para llegar a la cima. El hielo, como la nieve y el agua, no son mis elementos favoritos, sin embargo, aquí arriba, es todo tan bonito que me olvido fácilmente del cansancio y de lo que se cierne encima de nuestras cabezas.

Después de unas horas, por fin, alcanzamos la cima. ¡Ahora hace realmente frío! Son las nueve de la noche y el sol todavía se encuentra por encima del horizonte, está tan bajo que dibuja una luz azulada en el glaciar poniendo en evidencia las abras y alguna que otra, aunque pequeña, encrespadura. Desde lo alto, el mar parece inmóvil y liso, cubierto por bloques azules. Todo ha salido bien, los merengues de hielo se han quedado en su lugar. Descendemos durante horas por un glaciar muy complicado y, a la una de la madrugada, sin linternas frontales, con el último rápel alcanzamos directamente la lancha.

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