
EN LA MONTAÑA CON LOS ESCALADORES REALMENTE BUENOS
Está amaneciendo... costumbre rara para los que atacan cuando “el sol ya ha calentado el aire”, pero esta vez es diferente, una cosa es la velocidad en el 6b bien equipado, otra cosa son los 17 largos mucho más difíciles.
Hace frío, y para hacer todavía más emocionante el primer largo de 7a+ aparece una ligera capa de humedad. Esta vez me he metido en un buen lío, estoy del otro lado, del lado de quien tiene confianza de su primero, pero que sabe que también él tiene que pasar por allí, travesías un poco friables y tramos claveteados “armoniosos”, en lo que se refiere a dificultad, como los define Omar.
Llevo puesta una chaqueta de plumón ligera y miro hacia arriba. Los pies están bien anclados a la grava horizontal y todavía estoy a tiempo de abandonar, pero no puedo hacerlo, sea por respeto a mis socios sea por respeto a mí mismo. La pared que se encuentra encima de mí es maravillosa, una escalera invertida amarilla/blanca con grietas negras con un aire amenazador. El sol de la mañana ilumina por un momento la pared norte de la Cima Oeste de Lavaredo, Omar está ahora en esa franja de luz que cambia el humor, pero durará poco, dentro de un momento entraremos de nuevo en la sombra de las paredes con orientación norte. La vía de Christoph Hainz es una obra de arte y asciende en escalada libre una pared terrible y desplomada con un itinerario inteligente y lógico que acoge puntos más vulnerables, pero esto hace que la ascensión sea un subseguir de travesías que se traduce en un gran desarrollo, además de asustar al inoportuno segundo.
A las 5 de la tarde Omar y yo estamos en la arista circular debajo de la cumbre, estoy satisfecho y, aunque no estoy acostumbrado a ir de pasajero, tengo que decir que con un superpiloto el viaje ha sido emocionante. Sara y Mauro llegan un poco más tarde, Sara y Omar han ascendido siempre en escalada libre y yo por fin he visto de cerca una vía realmente difícil.



