El destino quiso que, pocos días antes de la salida, Berna se rompiese la rodilla y tuviese que quedarse en casa. En ese momento, tuvimos que tomar decisiones. Éramos conscientes de que un objetivo de esta envergadura, como la apertura de una nueva vía en estilo alpino en la cara este del Cerro Torre, habría podido requerir varios años de intentos. A pesar de esto, Matteo Pasquetto y yo decidimos probar. Cuando llegamos bajo la vertiente oriental del macizo, me sentí aplastado por tanta majestuosidad como nunca me había pasado antes. Por un lado, la sensación de pequeñez frente a esa montaña de roca y hielo, y por otro lado, el fuego que quemaba por dentro por la idea de poner las manos en este gran sueño.

Con Matteo hicimos un gran intento ascendiendo aproximadamente 800 metros de pared, hasta más arriba de la mitad del diedro evidente que atraviesa el borde derecho de la cara este. Al final, no conseguimos cerrar la vía, pero nuestra renuncia estaba rica de aprendizajes y esperanzas para el futuro. Además, sentí una sana envidia cuando vi escalar a Matteo: diez años menos en el carnet de identidad, el entusiasmo, la vitalidad y la tenacidad de los 20 años, pero con un nivel técnico y mental de un treintañero. No tenía duda, habría sido nuestro as en la manga para hacer el salto de calidad.

La cordada del trío de Matteos (Bernasconi, Della Bordella, Pasquetto) se recompuso para un nuevo intento en la temporada 2019/2020. Pero, se sabe que, para los grandes objetivos, las estrellas se tienen que alinear todas al mismo tiempo: la forma física, la armonía en la cordada, ningún imprevisto en el último minuto, el tiempo estable y las condiciones de la montaña. A nosotros, nos faltó justo esta última pieza fundamental. En esa temporada, el Cerro Torre dijo «no». Se presentó cubierto de un espesa capa de hielo en los últimos 400 m. Intentarlo habría sido peligroso, como dijo el grande Denis Urubko, «estoy loco, pero no soy estúpido».

Nos vimos obligados a cambiar de planes y abrimos, siempre en estilo alpino, una elegante ruta en la vertiente norte de la Aguja Standhardt. 800 m de vía nueva, a lo largo de desplomes y de placas, y de un diedro en ángulo recto con una geometría perfecta, que bautizamos con el nombre de «Il dado è tratto» (La suerte está echada). Fue una ascensión muy bonita porque conseguimos dar forma a una intuición nacida en nuestras mentes y transportada sobre las rocas, fue una ascensión que adoptó un valor todavía más grande algunos meses más tarde, porque fue la última gran aventura vivida juntos.

El 2020 ha sido un año difícil para todos, a parte de los grandes trastornos que hemos tenido que sufrir, Matteo Bernasconi y, posteriormente, Matteo Pasquetto han perdido la vida en circunstancias tan diferentes cuan inexplicables.

Hoy, nuestra cordada ya no existe y recuperarse de un golpe tan duro es un camino difícil. Sin embargo, prefiero pensar en lo que me ha sido dado, y no en lo que me ha sido quitado. Los momentos vividos, las emociones compartidas, los sueños anhelados junto a estos dos amigos están entre los regalos más hermosos que me ha dado la vida.

Y así pues, aquí estoy, listo para partir hacia el hemisferio austral, con un sueño en el bolsillo, más consciente y con ganas de intentar de nuevo nuestra ruta en el Cerro Torre. Escalar montañas es la cosa que he decidido hacer en mi vida y, ya se sabe, los sueños son más bonitos cuando se hacen realidad.

La expedición de este año se ha visto fortalecida por una motivación más. El deseo inmenso de llevar conmigo a mis amigos a las montañas que tanto han amado y hacer realidad este sueño.

Junto a mi, estaban mis amigos del legendario grupo Ragni di Lecco, David Bacci, mi compañero en muchas ascensiones en la Patagonia, y Matteo «Giga» De Zaiacomo, un compañero de confianza en muchas expediciones, pero en su primera experiencia en estas míticas torres de granito.

Este año, se ha presentado la ocasión adecuada para escalar nuestra vía en el Cerro Torre y nosotros ya estábamos preparados. En tres intensos días de escalada hemos conseguido realizar la ruta de nuestros sueños. El 25 de enero hemos atacado la pared, escalando los primeros 500 m hasta el así llamado «Box de los Ingleses». Tras vivaquear en nuestro portaledge, al día siguiente hemos ascendido el diedro desplomado, donde está el intento de los ingleses Burke y Proctor del 1981. Estos largos extremadamente físicos y difíciles nos han puesto a prueba, nos han llevado al límite y quizás también ¡un poco más allá! El tercer día en la pared, hemos salido del diedro y hemos tenido la suerte de encontrarnos con Tomy Aguiló y Korra Pesce, que estaban abriendo una nueva vía. Los hemos seguido hasta la cima del Cerro Torre, que nosotros hemos conseguido alcanzar sobre las seis de la tarde del 27 de enero.

Una vez en la cumbre, he tenido ganas de llorar pensado en los dos amigos fallecidos. En cierto sentido, era como si estuvieran allí con nosotros.